Una serie de denuncias han puesto al descubierto en el Reino Unido los movimientos de exportación de basura plástica a distintos países, algunos de ellos no muy claros en lo que respecta al tipo de plástico registrado en los documentos o al tratamiento que podían tener en destino.
En 2020, las exportaciones del Reino Unido de residuos plásticos ascendieron a unas 600.000 T y, como China había decidido dos años antes prohibir la entrada a su país de este tipo de residuos, un tercio de ellos se dirigieron a Turquía: la investigación que mostró cómo, en lugar de reciclarse se quemaban o vertían, hizo que en 2021 la cantidad hacia Turquía se redujese drásticamente. Actualmente son Los Países Bajos y Polonia los que reciclan la mayor parte de esas exportaciones que suponen casi un tercio de las cerca de 1.700.000 T totales de dichos residuos en el Reino Unido.
El reciclado de los plásticos es un conjunto de tecnologías, algunas de ellas aun en incipiente desarrollo. Dado el numeroso tipo de plásticos y sus diferentes posibilidades de recogida y tratamiento, junto con el gasto operativo y el consumo energético para realizarlo, ha hecho que la proporción reciclada en el mundo no llegue al 10% de los 350 millones de toneladas desechadas: otra parte es incinerada, con frecuencia a cielo abierto, y el resto depositado en vertederos terrestres o lanzado a corrientes acuáticas que en su mayoría terminan en el mar.
Los procesos de reciclaje exigen preferentemente una selección inicial porque según el tipo, se puede aplicar o bien un reciclaje mecánico, obtención de granza para fabricar nuevos productos, o bien térmico o químico, para conseguir sustancias orgánicas que permitan la producción de combustibles.
Para superar la complejidad de los tratamientos químicos, investigadores de la Universidad de Birmingham y la empresa STOPFORD, ambas en el Reino Unido, han desarrollado un novedoso sistema de tratamiento a base de “agua supercrítica”, que recupera un valor de los residuos plásticos mayor que los actuales métodos químicos sin los problemas de utilización de disolventes. El agua, por encima del punto supercritico, 374,5ºC y 217 atmósferas, es un potente disolvente de materiales orgánicos, incluidos los plásticos, con penetración similar a un gas, que descompone la mezcla de residuos sin necesidad de selección, para obtener un producto que permite la elaboración posterior de plásticos o combustibles.